Las políticas de emprendimiento que las distintas administraciones están aplicando me parece bastante desacertadas, y creo que están perjudicando tanto a los emprendedores como a las empresas que pretendemos aportar valor al desarrollo del emprendimiento. En mi opinión son tres los principales errores:
- Exceso de intervencionismo: cada administración quiere demostrar a sus electores que fomenta y apoya el emprendimiento, por lo que la tentación de legislar, y generar medidas, herramientas, subvenciones, eventos de cada una de ellas es grande. Lo primero criticable es que muchas de esas iniciativas compiten de forma desleal con iniciativas privadas, pero sobre todo, generan un proteccionismo que perjudica al propio espíritu emprendedor. Son muchas las planificaciones de proyectos que he conocido con dependencia excesiva de acciones o subvenciones públicas. El proteccionismo es un freno de la iniciativa, y la iniciativa es inherente al emprendimiento.
- Falta de coordinación. Existen iniciativas locales, provinciales, regionales, nacionales y europeas para fomentar el emprendimiento. En algunas regiones españolas hay más puntos de atención al emprendedor que emprendedores. Conocer las múltiples posibilidades de financiación o apoyo público a un proyecto en un sitio determinado puede llegar a ser más complejo que lanzar el propio proyecto. Entre otros perjuicios, esto está ocasionando que surjan empresas que faciliten al emprendedor servicios de gestión de subvenciones a cambio de porcentajes a éxito que a menudo rozan el abuso, cuando si se aplicasen los medios públicos con la debida coordinación esto podría ser muchísimo más simple y operativo.
- Aplicación de servicios de consultoría y asesoría de dudosa profesionalidad. Muchas administraciones ponen al servicio del emprendedor equipos profesionales que le apoyen, por ejemplo, en el desarrollo del estudio de mercado, del plan financiero o del plan de empresa. Aunque estos funcionarios dispongan de la formación necesaria, estos trabajos precisan de una inversión de horas de trabajo que de esta manera no se van a producir. Además, si estos equipos solo están en contacto con emprendedores, y no lo están con el mercado real y con el sector financiero, que es lo que suele ocurrir: el emprendedor recibe un apoyo teórico técnicamente correcto pero de poca aplicación real, con lo que resulta improductivo e insatisfactorio.
Por todo ello, generalmente el emprendedor ve a la administración pública más un obstáculo que como un apoyo para el desarrollo efectivo de su proyecto empresarial.
Seguramente sería mucho más simple, más barato y sobre todo más efectivo que las políticas de emprendimiento se orientasen exclusivamente a rebajar la presión fiscal de los proyectos empresariales, y a bonificar de forma importante a las personas o entidades que inviertan de forma efectiva en este tipo de proyectos.