Se define un servicio como la utilidad o la función que desempeña una cosa. Así podríamos definir la función pública de la televisión como la utilidad o función pública que desempeña la televisión.
Entiendo que las televisiones públicas tienen, por tanto, que tener una utilidad o función pública que no esté cubierta actualmente por las televisiones privadas, para que soportar su coste tenga sentido. Si, por ejemplo, las televisiones públicas ofrecieran una independencia o veracidad por encima de todo ente privado, o tuviesen un contenido formativo o educativo en un formato tan atractivo y diferencial que los ciudadanos valorásemos y diferenciáramos del resto, entonces la televisión pública tendría una utilidad pública que pudiera tener o no justificación en función de su coste.
Pero si la función de las televisiones públicas es competir con las privadas por comprar derechos televisivos de fútbol, series, películas o tenis para obtener altos niveles de audiencia que pueda aprovecharse para influenciar, entonces entiendo que no tiene justificación a ningún coste.
El pasado domingo TVE tenía los derechos de un partido de tenis de Nadal contra Murray y decidió transmitirlo por TVE1. Mediado el segundo set, a eso de las 15.20 horas, y en un momento importante del partido, alguien decidió que era la hora del parte… y en vez de poner el tenis en otra cadena (como antaño hacían), aprovechando la gran audiencia nos soltaron “el parte” sin avisar y sin anestesia. Podremos convenir que eso no es un servicio de utilidad pública sino servirse del servicio público a conveniencia particular…
TVE ha adquirido este año los derechos del partido de liga en abierto (se supone por tanto que ha pagado más que las televisiones privadas por ello) como las autonómicas han tenido los derechos del partido en abierto de la champions league durante varios años (el que ahora tiene Antena 3) …. Y yo no puedo entender siquiera cómo han podido presentarse al concurso de adjudicación, para competir contra la iniciativa privada con dinero público.
Para saber lo que nos cuestan las televisiones públicas vamos a ver lo que le correspondería cada año a una familia de cuatro personas, como la mía. El total de las televisiones autonómicas tienen un presupuesto anual de 984M anuales. El 84,1% de ese presupuesto se financia con dinero público: esto son 827,5M de euros. Lo que supone que cada familia española de 4 miembros tiene que pagar 71,27€ anuales para mantener la fiesta.
Resulta curioso observar como una familia Castellana no tiene televisión autonómica mientras las autonómicas más caras son la Vasca: 264 euros anuales para cada familia (3,7 veces la media), la Gallega que se pone en 206 (2,90 veces la media) o la Catalana que cuesta 191 (2,7 veces la media). Una vez más habría que preguntarse si la razón de este dispendio no tiene que ver con la necesidad de tener un altavoz más grande de los dirigentes en cuestión. El ejemplo de eficiencia presupuestaria es la televisión murciana que cuesta a cada familia de 4 miembros 89 euros al año.
En cuanto a la radio televisión nacional, RTVE maneja un presupuesto de 948M de euros de los que el estado subvenciona 752M lo que supone que mi familia paga 68,67€ anuales para ver el ministerio del tiempo (única serie que vemos en casa de televisión española).
De esta forma a cada familia española de 4 miembros le tocan 140€ anuales para poder escuchar los “partes oficiales” de cada gobierno en cuestión, que se “invierten” en comprar eventos y series que mantengan la mayor audiencia posible, precisamente para que el parte tenga el mayor eco posible.
Pero como suele ocurrir con los presupuestos oficiales, luego resulta que los gastos son mayores de los presupuestados. En los últimos años el desvío ronda el 10,5%, lo que supone directamente un sobrecoste para mi familia de 17,4€.
Éstas pérdidas anuales han originado una deuda total de 3.400.000 millones (incluyendo los mil millones que la administración valenciana tuvo que absorber para poder liquidar la televisión valenciana) lo que supone que para poder cerrar el festín cada familia de 4 miembros tendría que poner 293€.
Visto lo visto, en mi opinión no tiene sentido seguir con estos servicios públicos ni siquiera en el caso de que lo fueran, y menos teniendo en cuenta que salvo honrosas excepciones no se trata más que de competencia desleal y publicidad gratuita para nuestros gobernantes. Con esos 157 euros podemos comprar 22 entradas de cine (y mira que es caro) o ver más de 50 películas de estreno al año en una televisión de pago por internet.
Es evidente que terminar con la sangría no es popular y que hay personal perjudicado que tendrá que ir al paro, pero esa no puede ser una excusa para mantener servicios que no lo son… esas personas tendrán que trabajar en medios, empresas o proyectos que generen valor, ya que en el único caso en el que puede asumirse empresas que generan déficit debería ser en los servicios públicos que resultan indiscutibles como la salud o la educación, y en este caso también debe ser exigible la eficiencia.
Lo ideal sería privatizar todas las televisiones que realmente sean sostenibles por sí mismas y liquidar el resto, para que el proceso nos cueste lo menos posible. Dudo mucho que algún día llegue a verlo…¿y tú?.
Y entonces… ¿cómo es posible que ninguno de nuestros dirigentes lo plantee en su programa electoral? Creo que la única respuesta razonable es que todos ellos quieren tener su altavoz.