Y para demostrarlo contaré sobre dos clientes míos que no tienen nada en común salvo el hecho de ser dos emprendedores que no quieren ser empresarios.
Ambos clientes emprendieron sus proyectos hace mas de cinco años y siguen enamorados de él. El primero creó un innovador método de aprendizaje de inglés y el segundo una página web de contenidos culturales.
Ambos proyectos están pasando por un momento clave en el que sus propietarios se están replanteando incluso abandonar sus proyectos. La trayectoria hasta la fecha ha sido dura y ambos clientes hablan de hartazgo y agotamiento. Los proyectos han avanzado de una forma muy irregular. Sin embargo ambos estarían encantados de seguir desarrollando sus productos o servicios (o desarrollando otros nuevos) y de que otros se encargasen de hacerlos viables.
Ambos productos tienen demostrada su viabilidad comercial y se trata en ambos casos de estudiar qué es lo que le falta a cada proyecto para poder avanzar y estabilizar su rumbo. En ninguno de los dos proyectos se ha concretado una estrategia competitiva. Tengo la convicción de que los dos proyectos liderados por un ejecutivo competente funcionarían con relativa facilidad.
El problema en ambos casos es el mismo: la persona que lidera el proyecto (el emprendedor)no tiene intención de ser empresario. De hecho ambos clientes me han manifestado tener cierto rechazo a muchos conceptos empresariales. Los dos lideran sus proyectos por dos motivos: el primero porque confundieron ser emprendedor y ser empresario, y el segundo por la ilusión de emprender el proyecto en el que creen.
Cuando un emprendedor quiere ser empresario y liderar su proyecto deberá invertir tiempo y dinero en formarse al efecto además seguramente de trabajar mediante el coaching en el autoconocimiento y la mejora personal. Pero si el emprendedor no quiere serlo podrá seguir siendo el propietario del proyecto, pero no liderarlo.
Cada uno de mis clientes tomó una decisión diferente para resolver el problema de liderazgo planteado en sus proyectos, pero ninguno de los dos decidió cambiar sus planteamientos y prepararse para liderar el proyecto y convertirlo en una empresa. Uno de ellos ha decidido vender el proyecto y el otro contratar a un gerente.
Así las cosas me pregunto porque desde las instituciones públicas se empeñan continuamente en que los términos emprendedor y empresario se confundan. Posiblemente sea porque el concepto de empresario no es muy comercial (políticamente hablando) y supongo que será porque les resulta conveniente pero lo cierto es que a mis clientes y a otros muchos emprendedores esta intencionada confusión les ha generado muchos disgustos.
Así pues ser emprendedor es un concepto que tiene que ver con la creatividad, la ilusión y la capacidad de generar un producto o un servicio, pero es muy diferente a la posibilidad de liderar la conversión de ese producto o servicio en una realidad rentable. Para ello necesitaremos a un gerente capacitado o a un empresario capacitado según tenga o no la propiedad de la empresa.