Una de las cuestiones más delicadas durante el desarrollo de un plan de empresa es la de fijar la cantidad de dinero necesario para arrancar la actividad con garantías de éxito. Si calculas una cantidad excesiva, para no quedarte corto corres dos riesgos importantes: el primero es hacer desconfiar a los inversores por salir de los estándares y el segundo es que la organización arranque con exceso de liquidez y no se trabaje con la tensión necesaria con lo que termine quemando la tesorería.
Pero quedarse corto es también muy problemático ya que implicará tener que volver a financiarse o abrir rondas de financiación no previstas y teniendo que dar más explicaciones de las necesarias y desviando al emprendedor de la ejecución en el momento del lanzamiento de la sociedad.
Es por ello que sea importante trabajar y soportar con cuidado todas las inversiones necesarias para el arranque, pidiendo al menos dos presupuestos de todo y asegurando que se contará con lo necesario para producir y comercializar. También es importante prever estas inversiones en el tiempo, de forma que se arranque con lo realmente necesario y lo que sea inherente al incremento de producción se vaya comprando cuando realmente se haya vendido. En este capítulo de las inversiones no debemos olvidar todas las pruebas, ensayos o certificados que el producto pueda necesitar para ser comercializado.
A la hora de empezar con el cálculo de los gastos generales tenemos que intentar ser austeros pero realistas. Por supuesto que se puede empezar a producir en el garaje de casa, pero hay que calcular la superficie realmente necesaria para acopiar, fabricar y almacenar para saber cuándo será necesario el salto a una superficie superior, y debemos tener prevista cuál sería esa superficie y cuál sería su ubicación y su precio, así como el incremento de todos sus gastos accesorios (suministros, seguros, custodia…)
Lo mismo ocurre con el personal: en función de las fortalezas y necesidades del equipo emprendedor hay que prever cuándo será necesario contratar profesionales que aseguren el cumplimiento del proyecto. De nuevo hemos de ser austeros pero realistas y analizar desde este enfoque también la remuneración del equipo emprendedor durante el arranque de la empresa. Contar con el talento necesario es imprescindible para que el proyecto sea convincente y realista.
No podemos olvidar el apartado de marketing. Anteriormente hemos definido nuestro posicionamiento competitivo: conocemos nuestros diferenciales y el mercado al que vamos a orientarnos. Tenemos que hacer un plan de cómo vamos a comunicar al mercado nuestro producto y sus diferenciales y cuánto dinero va a costar hacerlo. El marketing es un gasto tan necesario como los anteriores y tenemos que pedir presupuestos a especialistas que nos aseguren que como en los casos anteriores estamos siendo austeros… pero realistas. Si no invertimos en que el mercado nos conozca no podemos esperar que se produzcan las ventas.
Hay quien dice que en el plan de financiación hay que pedir liquidez para cubrir los dos primeros años, pero también hay quién asegura que no se debe cubrir más de seis meses. Yo estoy más de acuerdo con los segundos que con los primeros, pero en cualquier caso creo que si hemos hecho bien el plan de empresa, el estudio de mercado, y las proyecciones de los escenarios de venta con sus correspondientes proyecciones de inversiones , costes y gastos, no se deben manipular los datos que salgan en el mismo en ninguno de los dos sentidos, ya que el punto de equilibrio en el que la tesorería empieza a ser positiva ( break even) y la punta anterior más negativa nos van a indicar la cantidad de dinero que realmente necesitamos.
Resumiendo: no se trata de sacar conclusiones estándar sobre el dinero que necesitamos. Se trata de hacer bien el plan de empresa y después de trabajar bien tanto para conseguir el dinero ( si el plan está bien hecho la cantidad de dinero será coherente) como en ejecutar deprisa para que se empiece a generar la venta y la producción cuánto antes.