En los años que llevo trabajando con pequeñas y medianas empresas, así como con fundaciones y asociaciones sin ánimo de lucro me ha sorprendido negativamente la falta de herramientas para la toma de decisiones y más en particular la falta de un cuadro de mando en la gran mayoría de ellas.
El cuadro de mando debe ser una de las herramientas principales del director general y del consejo de administración para el planteamiento de objetivos y para la toma de decisiones.

Se trata de medir de forma objetiva los parámetros clave, generando un procedimiento sistemático para la recogida de los datos. En mi opinión no deben manejarse más de 15 ratios. Es importante seleccionar de forma razonable, porque el exceso de medidas tampoco es aconsejable.
También es importante que al menos 5 de los parámetros clave del cuadro de mando sean medidas que puedan ser comparables con otras empresas del sector, o con datos sectoriales al menos una vez al año: Crecimiento porcentual de la facturación respecto del año anterior, rentabilidad neta, endeudamiento…
Además, también se habrán de incluir datos sobre la satisfacción del cliente: como algunos de los parámetros recogidos en las encuestas de satisfacción o algunos datos del servicio postventa.
Por último, hay que intentar que entre los 15 parámetros elegidos haya ratios de todos los departamentos de la empresa, para que de alguna manera todos puedan estar involucrados.
Una vez tengamos confeccionado el cuadro de mando, así como sistematizado cuando y cómo se captarán los datos internos y los de la competencia directa o el sector, el cuadro de mando nos debe servir:
- Para fijar objetivos de mejora, que sirvan para mejorar, para motivar y para incentivar en función de los resultados obtenidos.
- Para analizar las tendencias de esos parámetros clave, compararlos con los datos sectoriales, sacar conclusiones y tomar decisiones.
Por ello los cuadros de mando son clave para la toma de decisiones estratégicas, y para la mejora de la eficiencia y la competitividad de la empresa.