Siempre me ha parecido que la coherencia es imprescindible para que las decisiones estratégicas pasen del papel a la realidad . Pero observo que los responsables de las organizaciones no aprecian que la incoherencia genera despiste y desilusión en sus trabajadores.
Una vez la dirección de una empresa ha marcado la dirección estratégica, todas las acciones tienen que estar alineadas en esa dirección. Esa es la manera de implantar estrategia con coherencia.
Por ejemplo, si una empresa detecta que tiene problemas de rentabilidad y que es prioritario corregir a corto plazo este problema, organizará trabajos de este tipo:
- 1º.- revisar la forma de presupuestar y los precios de mercado para analizar cómo subir precios,
- 2º.- establecerá o mejorará procesos de mejora de la organización, para detectar ineficiencias y poder abaratar los costes de producción
- 3º.- revisará los gastos generales para recortar todo lo prescindible.
Bien, pues no se puede comunicar que ésta es la estrategia prioritaria a corto plazo, y mientras realizar en dirección general algún gasto extraordinario superfluo o regalar trabajos a clientes cercanos. Esa falta de coherencia será castigada con seguridad por los trabajadores.

Por poner un ejemplo: ¿cómo es posible que el mensaje principal de la UEFA (organismo director del fútbol europeo) sea el fair play y no se tomen medidas para evitar que los jugadores intenten engañar continuamente a los árbitros?. Una gran forma de transmitir que la mentira no importa, o de que todo vale. No se puede tener menos coherencia. Y sería muy fácil de resolver, sancionando de forma drástica a teatreros y mentirosos.
Siguiendo con el fútbol: ¿cómo es posible que se hayan impuesto unos protocolos anticovid extremos para la vuelta del fútbol profesional, y luego se permita que jugadores e incluso entrenadores escupan continuamente al césped?
Pero lo más curioso, es que a pesar de que la falta de coherencia genera que no se lleguen a realizar las estrategias previstas, la sociedad en general cada vez perdona más estas incoherencias. Sin ir más lejos, a los políticos les permitimos cosas que no toleraríamos a nuestras parejas o a nuestros hijos.
Hay miles de ejemplos de dirigentes de todos los partidos. Elegiré un ejemplo oportuno. Parece que ganará las elecciones catalanas un ministro de sanidad que cuando escaseaban las mascarillas llego a afirmar que las mascarillas no eran necesarias en España . Si de verdad la estrategia prioritaria hubiera sido frenar la pandemia, nos hubieran enseñado a realizar mascarillas caseras, con gasas o pañuelos para minimizar el daño.
Puede ser que la estrategia prioritaria no fuese frenar la pandemia. La estrategia prioritaria del político es mantener el puesto y los votos, y después vienen todas las demás, por muy importantes que sean. Siendo así, nuestro ministro sí actuó con plena coherencia, aunque sus declaraciones fuesen inmorales y muy peligrosas.